En una era de creciente discontinuidad, el liderazgo sabio casi ha desaparecido. A muchos líderes les resulta difícil reinventar sus corporaciones con la rapidez suficiente para hacer frente a las nuevas tecnologías, los cambios demográficos y las tendencias de consumo. No pueden desarrollar organizaciones verdaderamente globales que operen sin esfuerzo a través de las fronteras. Y les resulta difícil asegurarse de que su gente se adhiera a los valores y la ética. El mundo necesita líderes que persigan el bien común esforzándose por crear valor social y económico y que combinen la microgestión con aspiraciones de visión de conjunto sobre el futuro. Los autores, que han estudiado, enseñado y entrevistado a ejecutivos de algunas de las empresas líderes del mundo, afirman que dichos líderes deben adquirir sabiduría práctica, o lo que Aristóteles llamó fronesis: conocimiento experiencial que permite a las personas hacer juicios éticamente sólidos. Los líderes sabios demuestran seis habilidades. Toman decisiones sobre la base de lo que es bueno para la organización y para la sociedad. Captan rápidamente la esencia de una situación y comprenden la naturaleza y el significado de las personas, las cosas y los eventos. Proporcionan contextos en los que ejecutivos y empleados pueden interactuar para crear un nuevo significado. Los líderes fronéticos usan metáforas e historias para convertir su experiencia en conocimiento tácito que otros pueden usar. Ejercen poder político para unir a la gente y alentarla a actuar. Y los líderes sabios usan el aprendizaje y la tutoría para cultivar la sabiduría práctica en los demás.